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En el ahora

La capacidad de centrar la atención en el momento presente es fundamental para entrenar el cerebro. Esto significa conectar con lo que sucede a nuestro alrededor, en lugar de quedarnos atrapados en nuestra cabeza, inmersos en nuestros pensamientos.

Cuando vives la vida en tu cabeza, pierdes oportunidades e ideas. Además, es imposible comunicarse con claridad cuando tu cabeza está llena de pensamientos que te dan vueltas. Esta es una de las razones por las que, cuando tu mente está tranquila, eres más agradable: eres menos reactivo y más receptivo.

Cuando permites que un flujo perpetuo de pensamientos contamine tu paisaje mental, no solo se ve afectado tu propio espacio, sino que también llenas el espacio de quienes te rodean. Así como la contaminación lumínica de una ciudad puede impedir que las estrellas sean visibles para todos los que están cerca, la contaminación de los pensamientos puede hacer que todos los que se encuentran en una situación se sientan confundidos.

Nuestro estado de ánimo puede afectar directamente a nuestros seres queridos y a las personas con las que pasamos el tiempo. Si reducimos los pensamientos negativos y repetitivos, le estamos haciendo un favor a quienes nos rodean. Las relaciones se fortalecen, las situaciones laborales se vuelven más fáciles y la vida, en general, se vuelve más tranquila.

Cinco sentidos

La mayoría de nosotros tenemos la suerte de tener hasta cinco sentidos: vista, oído, tacto, olfato y gusto. También tenemos intuición, a veces llamada “sexto sentido”, que es la capacidad de percibir algo con antelación o saber qué hacer. Se trata de nuestras sensaciones viscerales, no de nuestros procesos lógicos.

Tus sentidos te permiten experimentar la vida, pero ¿con qué frecuencia los utilizas con toda tu atención? Cuando bebes algo, es posible que sientas el primer sorbo, pero luego, ¡bum!, tu atención vuelve a tu cabeza. Lo mismo sucede cuando escuchas música. Oyes las primeras notas o la letra, y luego, ¡bum!, tu atención vuelve a tu cabeza.