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PREFACIO

A los pintores surrealistas les gustaba un epigrama escrito por un oscuro poeta francés del siglo XIX. “La belleza”, decían, es el “encuentro casual en una mesa de disección de una máquina de coser y un paraguas”. Se trataba de una celebración del amor de los surrealistas por los acontecimientos aleatorios y caprichosos; por las yuxtaposiciones absurdas y dislocantes. El libro que tienes en tus manos genera un tipo diferente de epigrama: “intensamente interesante”, sugiere, puede ser el resultado del “encuentro casual en una mesa de comedor entre un erudito en ortodoncia y un eminente evolucionista”.

La evolución cultural humana ha sido una larga serie de ejemplos de la ley de las consecuencias inesperadas. Inventamos la agricultura, que conduce a excedentes de alimentos, que conducen a la especialización laboral, y antes de que nos demos cuenta, hemos inventado el estatus socioeconómico, la forma más aplastante de subordinar el bajo rango que los primates hayan visto jamás. Inventamos viviendas sedentarias y estructuras permanentes, y pronto nos enfrentamos a las consecuencias para la salud pública de algo que ningún primate que se precie haría jamás: vivir en poblaciones de alta densidad cerca de sus heces. Domesticamos lobos para que sean compañeros, y pronto disfrazamos a nuestros perros con disfraces de Halloween y compramos Pet Rocks. La aparición de los humanos modernos ha generado algunos giros y vueltas sorprendentes.

Kahn y Ehrlich exploran una de estas consecuencias inesperadas de la cultura humana, sentándose en la intersección de la experiencia de esta improbable pareja de autores. ¿Quién hubiera predicho que la Revolución Agrícola, la Revolución Industrial y la occidentalización de los patrones de enfermería habrían llevado a un perfil ortodóncico distintivo (tanto en el sentido metafórico como literal de “perfil”)? ¿Y quién hubiera predicho que este perfil ortodóncico terminaría siendo relevante para una variedad de aspectos del desarrollo, la salud y la enfermedad infantil? Sobre todo, ¿quién hubiera predicho que una combinación tan caprichosa de autores podría haber producido un libro extremadamente interesante y extremadamente importante? Si tienes hijos, como los niños, alguna vez fuiste un niño o tienes mandíbula, vale la pena leerlo.

Roberto Sapolsky

Neurocientífico y autor,

Por qué las cebras no tienen úlceras y las memorias de un primate

Universidad de Stanford