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Conclusión

Dormir o no dormir


En un lapso de apenas cien años, los seres humanos hemos abandonado nuestra necesidad biológica de tener un sueño adecuado; una necesidad que la evolución pasó 3 400 000 años perfeccionando para ponerla al servicio de las funciones vitales. La aniquilación del sueño en las naciones industrializadas está teniendo un impacto catastrófico en nuestra salud, nuestra expectativa de vida, nuestra seguridad y nuestra productividad, así como en la educación de nuestros hijos.

Esta epidemia silenciosa de pérdida de sueño es el reto de salud pública más importante al que nos enfrentamos en el siglo XXI en los países desarrollados. Si deseamos evitar el riesgo fatal de descuidar el sueño, la muerte prematura que acarrea y la deteriorada salud a la que nos conduce, debe producirse un cambio radical en nuestra apreciación personal, cultural, profesional y social del sueño.

Creo que es hora de que reclamemos nuestro derecho a toda una noche de descanso, sin vergüenza y sin el estigma perjudicial de la flojera. Al hacerlo, podremos alcanzar el más poderoso elixir de bienestar y vitalidad que nos otorga nuestra biología. Entonces podremos recordar lo que se siente al estar realmente despiertos durante el día, rebosantes de la más profunda plenitud del ser.